Lo Real es la Idea
La permanencia en la experiencia del arte desde una dimensión transcendente, metafísica es asumible y pertinente en esta obra. Aquí la fusión de horizontes encuentra su verdad en referencia a su marco conceptual. En este punto realizamos el gran giro que, como en la imagen, conduce a la subjetividad transcendental, la vuelta hacia el yo, en cuanto base apodíptica y cierta de todo juicio sobre la cual ha de fundamentarse toda metafísica.
Como Descartes en sus Meditaciones, encontramos que la idea directriz, que para muchos puede alejarse de lo fáctico, de lo conspicuo, nos remite ineluctablemente al fausto universo metafísico en el que todo es plausible y que es sin duda uno de los reductos finales del arte.
Aquí, en este umbral la fundamentación auténtica, los juicios se muestran así mismos como acordes y plenificativos. El mundo es para el ser y nada más que en cuanto que existe y está dotado de sentido por ese ser, encontramos su significación.
La obra de arte no es transparente sino transdicente. En ella se cumple un objetivo: el deseo de insinuar y mentar hasta el límite la totalidad de los significados. Como en el universo plátonico, todo lo real es ideal.
L’INFINITO
Sempre caro mi fu quest’ermo colle,
E questa siepe, che da tanta parte
Dell’ultimo orizzonte il guardo esclude.
Siempre cara me fue esta yerma loma
la que el horizonte lejano ver me impide
G. Leopardi
Virginia Díaz Gorriti, Doctora en Estética y profesora de la EHU-UPV