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En este cuadro ahondo en la belleza interior del ser humano.
Esta belleza incluye también el sentimiento, el gozo, la armonía y la poética.
Para acceder a ella utilizo el lenguaje poético.
La ciudad, como metáfora principal que apunta a la belleza humana, está formada por elementos abstractos, formas curvas envolventes, que armonizan con volúmenes rectilíneos y lúdicos.
La luz armoniza con los grises, verdes y colores cálidos de las arquitecturas, sobre un blanco infinito curvo, haciendo referencia simbólica a la armonía del ser humano
El título “El silencio del ser” se refiere al silencio contemplativo como herramienta para investigar sobre la belleza, ya que la razón y el concepto no son suficientes para captar su esencia.
La figura humana sentada contempla la ciudad, la estética de los espacios habitados, con la misma actitud que se contempla el mar, mirando más allá de lo perceptual , adentrando en la poética .
El cuadro se convierte en una poesía visual que apunta al ser humano, verdadero protagonista de la realidad estética. De esta forma el arte se convierte en un medio para recuperar la dimensión poética de la persona.
Como decía Blay Fontcuberta, “la belleza que somos capaces de apreciar fuera esa la belleza que llevamos dentro”.