Rafa Redondo
Rafa Redondo
Poesia dedicada a la obra de Koldo Etxebarria
Amor constante más allá de la muerte
Admiro con qué ritmo tan cumplido,
con qué sonora rima acompasada
va esculpiendo su estrofa enamorada:
…médulas que han gloriosamente ardido…
Observo en Koldo, artista de la Nada
su cadencia, y la pule, y da sentido…
sonando en su honda sima ese sonido
del papiro y la pluma cuarteada.
Poeta del silencio! Tu ceniza
ya es fuego abrasador que arde en tu centro,
y estalla en cien palabras la fiereza
del volcán, que el soneto suaviza:
El deseo, hecho verso, y tan adentro,
que hasta en la muerte expresa su grandeza.
También la honda proeza
de tu último latido extenuado:
…polvo seré, más polvo enamorado…
Cenizas de un poeta
El poema, ¿acaso ha de extinguirse
al apagarse, efímero, el poeta?
Vuelan en desbandada las palabras,
tan ajenas a las huellas de su dueño.
Y, libres del señuelo del fonema,
las rimas, ya sin voz, hechas silencio,
se elevan a la tierra prometida,
y en su hondo crepúsculo se pierden.
Fragmentos de un poema sin memoria,
cuya ceniza, aireada por la brisa,
aún crepita en el fondo del ocaso.
Como un copo en la tierra diluido,
ya en sus versos, ceniza enamorada,
el poeta, ya ha desaparecido.
El despuntar del ser
Rescatar la inocencia del asombro
en el desnudo eco del silencio.
Y escuchar la elocuencia de un poema
ajeno a labios, rimas y fonemas.
Intacta sinfonía de la Nada,
fondo mudo del lecho del Vacío
pugnando por abrirse a cada forma
acontecida por todo el Universo.
Y entre dos tiempos y dos pensamientos
se abre paso la vacua geometría
de ese asombro, en el cosmos sin costuras.
Relámpago de luces invisibles
que orada los espejos desfondados
por donde asoma el rostro del Origen